La vida de las personas está
condicionada por una serie de necesidades y motivaciones que hacen que el ser
humano centre su atención en la consecución de las mismas.
Estas necesidades que trabajamos
por cubrir van desde lo más básico (alimentarse, moverse, necesidades
corporales, etc.) hasta otras mucho más complejas (relacionarse con los demás,
trabajar, viajar, poseer bienes materiales,…).
Lo que regula el cumplimiento de
estas necesidades es la importancia que les damos cada uno de nosotros como
personas.
Cada persona es única e
irrepetible, por eso esas necesidades son tan diversas.
Algunos prefieren pasear por la
naturaleza antes que ir al cine, otros dan más importancia a acudir a reuniones
sociales, mientras que algunas personas dan más valor a sus momentos de
soledad.
En Terapia Ocupacional a estas
actividades las llamamos ACTIVIDADES SIGNIFICATIVAS, que no son más que
aquellas que son importantes para nosotros como personas.
Cuando se produce una pérdida de
salud por la circunstancia que sea, es muy probable que no podamos realizar
estas actividades que son importantes para nosotros, lo que nos genera
frustración y sentimientos negativos que debemos aprender a gestionar. Si se
trata de algo temporal, no nos costará mucho adaptarnos a la situación, pero
cuando es algo definitivo se debe trabajar para conseguir adaptar estas
necesidades hasta el punto de que podamos cubrirlas de nuevo.
En el caso de las personas con
demencias es de vital importancia conocer la historia de vida que hay detrás.
Esto nos permite saber sus gustos, aficiones, roles desempeñados a lo largo de
la vida,… En definitiva, qué ha sido importante para la persona.
En situaciones extraordinarias
como la que estamos viviendo actualmente, el papel de la familia es fundamental
para conseguir un bienestar emocional en los enfermos de Alzheimer y otras
demencias. Debemos pensar que todos hemos perdido temporalmente nuestras
rutinas, pero que sabemos que algún día todo se solucionará y volveremos a la
normalidad.
Las personas con demencia no
tienen las herramientas ni las estrategias necesarias para afrontar esa pérdida
de rutina que con tanto ahínco los profesionales os decimos que hay que seguir
con estos enfermos.
De ahí la necesidad de que la
familia, con todo el conocimiento que tiene del enfermo despliegue todo lo que
sabe que es importante para él y lo ponga en marcha. La familia planteará esas
actividades importantes y significativas para que el enfermo durante el tiempo
que sea necesario se sienta feliz y realizado.
Es tiempo de sentarnos y
despertar recuerdos. Es tiempo de cantar y bailar aquellas canciones que
siempre han tarareado. Es tiempo de desempolvar las cartas o el dominó y
pedirles que nos enseñen a jugar. Es tiempo de recordar aquellas recetas que
nunca hemos tenido tiempo de hacer.
En definitiva, es tiempo de
sentir, de ser y de querer, porque en realidad eso es lo más significativo que
hay.
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