La soledad no deseada es un
problema silencioso que afecta cada vez a más personas y supone una fuente de
sufrimiento, limitando su derecho de participación en la sociedad.
La soledad no deseada tiene
consecuencias negativas para la salud y el bienestar y en
consecuencia conlleva unos costes sociales
y económicos muy importantes. Por ello, la lucha contra la
soledad se ha convertido en un reto para las administraciones y la sociedad en
general.
La soledad no deseada se puede
definir como:
“La experiencia personal
negativa en la que un individuo tiene la necesidad de comunicarse con otros y
percibe carencias en sus relaciones sociales, bien sea porque tiene menos
relación de la que le gustaría o porque las relaciones que tiene no le ofrecen el
apoyo emocional que desea”.
La soledad es un fenómeno de
importancia creciente. En España se estima que el 20% de las personas sufren
soledad no deseada, afectando más a mujeres que a hombres.
Por edades, los jóvenes son los
que más soledad no deseada sienten. En los siguientes tramos de edad, la
soledad no deseada va descendiendo progresivamente, y vuelve a subir en las
personas de 75 años y más.
La soledad no deseada es mayor en
las personas con discapacidad, en las personas con origen migratorio o en las
personas LGTBI+. Además, la mitad de las personas con problemas de salud mental
sufren soledad no deseada.
¿Qué factores influyen en la soledad no deseada?
- Vivir solo/a. Las personas que viven
solas tienen mayor riesgo de sentirse solas que las personas que conviven
con otras.
- Eventos vitales, como la pérdida de un
ser querido o una separación pueden alterar las relaciones cotidianas de
una persona, sometiéndola a una etapa de aislamiento o de soledad, que
posteriormente puede superarse o de lo contrario, cronificarse.
- La edad es un factor de riesgo
relevante para la soledad. Las personas mayores tienen una incidencia de
la soledad no deseada mayor.
- La discapacidad. La incidencia de la
soledad no deseada es superior a la de la población en general.
- La salud. Las personas con mala salud
tienen más probabilidad de sentirse solas o socialmente aisladas.
- La renta. Las personas con menores
niveles de renta tienen una menor seguridad económica, bienestar y peores
condiciones de vida, lo que afecta a su capacidad para optimizar y
diversificar sus relaciones sociales, influyendo en la soledad.
La soledad no deseada tiene una serie de consecuencias
- Costes a nivel individual: la soledad tiene múltiples consecuencias a nivel individual, entre otras repercute de forma negativa en el estado anímico, la satisfacción de las necesidades vitales, en la relación con el entorno, en el acceso a los bienes y servicios, en la seguridad y en su calidad de vida en general. La soledad no deseada constituye un factor de riesgo para la salud mental, para la depresión y para otras patologías. La soledad entraña también riesgos para la salud física, favoreciendo, por ejemplo, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares.
- Costes a nivel social: la soledad no deseada supone costes a nivel social, especialmente en los sistemas de salud y en el consumo de medicamentos. La soledad favorece un mayor uso de los servicios de salud y sociosanitarios, especialmente cuando deriva en depresiones, agrava enfermedades o requiere cuidados sociales.