La llegada del verano
es signo de vacaciones, la época del año más esperada por todos.
El estrés acumulado a
lo largo de todo el año desaparece cuando comenzamos a disfrutar de nuestros
días libres y de los cambios de rutinas.
Los enfermos de
Alzheimer y otras demencias es precisamente lo que peor llevan: el cambio de
rutinas.
Nos esforzamos
durante todo el año para que mantengan un ritmo diario que les permita
encontrarse seguros, y este ritmo con la llegada del buen tiempo suele verse
afectado por múltiples factores.
Por un lado, hay
muchas más horas de luz, lo que implica que en general todos nos acostamos más
tarde.
Además, el calor
puede generar sensación de desasosiego especialmente en aquellos enfermos con
dificultades para comunicarse.
En muchas familias,
al llegar las vacaciones el cuidador principal delega esas funciones en otra
persona de la familia para poder descansar.
Es muy importante en
estos casos ir anticipando al enfermo con quién va a estar y los motivos,
repitiéndolo las veces que sea necesario para facilitar una sensación de
seguridad. En los casos que hacerlo de esta manera genere mucha ansiedad,
debemos ser muy cuidadosos a la hora de explicarlo para que no lo interpreten
como un abandono.
En el caso de que el
enfermo continúe en vacaciones con el cuidador principal y lo que cambie sea el
entorno, la forma de proceder será la misma, especialmente si el lugar de
vacaciones es un entorno conocido para él como su pueblo.
Podemos orientarle
días antes con ayuda de fotos, recuerdos de anécdotas, nombrando a personas
conocidas que sabemos van a ver, …
Antes de las vacaciones:
Es importante prestar
atención a estos aspectos:
- Preparar la cantidad necesaria de medicación para tenerla siempre disponible.
- Llevar con nosotros un informe médico actualizado con las patologías más importantes.
- Llevar una identificación para el enfermo (tipo medalla, o incluso dispositivo GPS). Esto es recomendable especialmente si vamos a lugares desconocidos o donde haya mucha gente.
- Meter dentro del equipaje de nuestro familiar algún objeto que lleve siempre consigo o ropa de cama que haya sido lavada con nuestros productos habituales. El olfato nos va a ayudar a generar recuerdos y por tanto puede ser de utilidad para orientar y dar seguridad.
- Llevar alguna luz testigo (como las que se colocan a los niños para evitar la oscuridad total). Puede servir de guía si se levantan por la noche para ir al baño.
Durante las vacaciones:
Al tener menos obligaciones
y por tanto más tiempo libre, es importante
plantearse más tiempo de calidad con la familia.
No hay tanta prisa
por hacer las cosas, por lo que es más fácil dedicar tiempo a conversar con
nuestro familiar enfermo, ayudarle a hacer algún tipo de actividad, pasear,…
Si compartimos
nuestras vacaciones con el resto de la familia es recomendable “delegar”
durante pequeños espacios de tiempo el cuidado para poder disfrutar de unos
minutos a solas, de un refresco, una conversación con algún amigo o conocido…
En el caso de acudir
a un hotel podemos informar al personal del mismo de que vamos acompañados de
una persona con unas necesidades especiales. Esto puede ser de ayuda en caso de
que en algún momento se desoriente, ya que siempre habrá personal de hotel que
le pueda ayudar y avisarnos.
En definitiva, los
días en vacaciones son largos, y si nos organizamos bien podremos disfrutar de
nuestro familiar y de nuestro tiempo libre, lo que nos hará sentir muy bien con
nosotros mismos y permitirá que descansemos como merecemos.