El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias
supone el inicio de un proceso que no sólo afecta a quienes la padecen, sino
también a sus familiares. En la mayoría de los casos, la atención directa y los
cuidados de la persona afectada recaen en su familia, habiendo sido
identificado este cuidado, como uno de los acontecimientos que más estrés puede
producir en la vida de una familia y de cada uno de sus miembros.
A medida que la enfermedad avanza y la persona se va
haciendo más dependiente, los familiares acusan una significativa sobrecarga,
física, psicológica y emocional ya que las tareas de cuidado son diarias, continuas
y requieren una dedicación exclusiva. Cuidar y atender las necesidades de su
familiar, ahora dependiente, implica enfrentarse a una vorágine de sentimientos,
cambiar muchas veces los planes de vida y enfrentarse a un proceso doloroso y
largo. Es frecuente en estas circunstancias, que los familiares experimenten
altos niveles de estrés, ansiedad y depresión. Ante esta situación, la atención
psicológica tiene como objetivo ayudar a los cuidadores/as principales, a
afrontar los desafíos que se les presentan en las mejores condiciones. A través
de la intervención, pueden aprender estrategias para manejar el estrés, mejorar
su bienestar emocional y encontrar apoyo en un entorno seguro y comprensivo.
El abordaje terapéutico se centra en tres niveles:
cognitivo, fisiológico y conductual. A
nivel cognitivo se trabaja con técnicas de reestructuración cognitiva que
ayuden a cambiar patrones de pensamiento negativo, entrenamiento para adquirir
nuevas estrategias de afrontamiento, resolución de problemas y descarga
emocional entre otras. A nivel fisiológico se trabaja para reducir la ansiedad
a través de técnicas de relajación y respiración. A nivel conductual se trata
de potenciar las actividades gratificantes, el descanso adecuado del cuidador/a
y la petición de ayuda y recursos, siendo fundamental porque mejora el estado
de ánimo y disminuye la ansiedad.
Por otro lado, los grupos de ayuda constituyen una
herramienta útil y especialmente apropiada para la atención psicológica a los familiares
cuidadores de personas dependientes debido a sus especiales características,
circunstancias y a la problemática que presentan. El cambio que se produce
gracias a la participación en un grupo psicoterapéutico es un proceso complejo
que surge de la interacción entre las vivencias internas propias y las
experiencias de relación con otras personas. La dinámica de grupo para familiares
intenta contribuir a reparar los daños psicológicos producidos por los agentes
estresantes de su periodo de la vida como cuidadores y trata de restablecer una
mejor adaptación a las situaciones en las que viven. El grupo es un potente
creador de esperanza, de confianza en sí mismos, que hace que los integrantes
descubran recursos propios que no habían utilizado anteriormente o de los que
no eran conscientes. En él, se tiene la oportunidad de ver a otras personas que
cambian y que progresan, lo que transmite el mensaje de que es posible cambiar
y adaptarse psicológicamente mejor a la tarea de cuidado, al adoptar nuevas
actitudes y formas de percibir y valorar las circunstancias de la situación de
dependencia y cuidado.
En resumen, la terapia psicológica puede ser una
herramienta poderosa para ayudar a los familiares cuidadores de enfermos de
Alzheimer y otras demencias a sobrellevar los desafíos emocionales que
enfrentan. Al buscar apoyo profesional, los cuidadores/as pueden encontrar
alivio, fortaleza y esperanza en su viaje de cuidado a largo plazo.
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