A lo largo de la vida de las
personas, y a consecuencia del propio proceso de envejecimiento nuestra
capacidad para realizar las actividades cotidianas se ve dificultada.
Estas dificultades son normales y
se producen a consecuencia de procesos propios de la vejez como pueden ser:
- Déficit visual y auditiva
- Dificultad en la movilidad
- Dolor
- Incontinencia
- Cansancio
- Etc.
Por todo esto, es importante ver
dónde aparecen las dificultades e intentar minimizarlas.
¿Y eso cómo se hace? Muy fácil,
adaptando las actividades de forma que la persona las pueda realizar, si no de
forma completa, al menos colaborando en gran parte de ellas.
Algunos consejos que se pueden
aplicar son:
En el caso de personas que presentan
deterioro cognitivo:
- Dividir las tareas en pasos muy pequeños que ellos sepan comprender (por ejemplo coge la esponja, frota el brazo, …). Utilizaremos frases cortas y muy concretas que eviten que se pierdan en medio de una orden. Repetiremos la orden si es necesario.
- Si vemos que aún así les cuesta realizar la actividad, podemos ayudarles haciendo nosotros la tarea para que la imiten. En caso de que tampoco sean capaces, seremos nosotros quienes guiaremos el inicio del movimiento para que luego continúen solos.
- Generar una rutina de actividades que con el tiempo ellos puedan comprender, lo que hará que estén más centrados en las actividades.
- Los problemas de movilidad pueden ser de muchos tipos y en cada persona afectan de diferente manera.
- La primera regla es hacer las tareas de forma segura, por lo que si es necesario se realizarán sentado.
- Hay personas que tras un pequeño calentamiento sienten que su cuerpo responde mejor, por lo que podemos aprovechar ese calentamiento como inicio de la actividad para conseguir una mejor realización de las tareas.
- Si aparece cansancio, haremos pequeñas pausas para recuperarnos y después continuar.
- Muy importante (incluso de manera general) es organizar la tarea que vamos a hacer, dejando a mano lo que necesitemos para evitar movimientos innecesarios que cuestan mucho trabajo y conllevan un gasto de energía.
Es muy importante contar con la
ayuda de otras personas, pero más importante aún es ser consciente de que
“ayudar” no es “hacerlo por ti”, ya que muchas veces confundir esto puede
generar una dependencia innecesaria.
Y para terminar, es interesante
conocer que actualmente en el mercado existen muchos productos que nos ayudan a
tener una vida más fácil. Son lo que se llaman productos de apoyo,
y como su propio nombre indica nos ayudan a solventar esa pequeña tarea que se
nos resiste (como ponernos las medias, calzarnos, controlar el temblor,…).
Pueden adquirirse en establecimientos como ortopedias y tienen la ventaja de que
siempre un profesional podrá guiarnos sobre cuál es el producto más adecuado a
nuestras necesidades.
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