Para mi madre que desde el cielo verá lo que la echo de menos:
En el año 64 Manolo y yo nos casamos y desde ese mismo instante a mi madre nos llevamos. Ha vivido con nosotros hasta el año 2002.
El día de San Valentín que la dieron sepultura, ese día yo sentí mucha pena y amargura.
Josefita, mi madre siempre querida, aunque a veces teníamos diferencias, yo te pedía perdón y tú con una palmada acababas la cuestión.
Me ayudaste a criar a los tres hijos que tengo, por eso aunque algunas veces yo tenía mal humor por cosas que me pasaban, nunca quise hacerte daño, ni que tú por mí sufrieras, sino lo que yo quería era darte lo mejor, a la que me dio la vida.
Si tu alma está en el cielo y desde allí tú me ves, sabrás que te quería y hacía lo que podía para alegrarte la vida.
Desde que Dios te llamó te he echado mucho de menos, pues cuando entro en el cuarto y no veo allí tu cama, me acuerdo de aquellos días que con amor te cuidaba.
Con tu enfermedad de Alzheimer sufrimos mucho las dos, pero yo con gran paciencia las cosas te repetía y a veces daba la vuelta y me ponía a llorar, porque yo bien sabía que pasados dos minutos tú de nada te acordabas, pues tú no tenías la culpa de una enfermedad tan mala.
Todo aquello ya pasó y tú descansas en paz. Donde quiera que estés tu hija te dice así:
Josefita tu hija siempre se acordará de ti.
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