El objetivo del programa de Fisioterapia de AFAV es conseguir la máxima funcionalidad posible y, aunque en algunos casos tengamos que recurrir a ejercicios simples, moviendo sólo una articulación, si tenemos opciones montaremos un sistema más complejo que se parezca lo más posible a las actividades de la vida diaria.
Dicho de otra manera, intentaremos ir por el camino más corto hacia lo
más funcional, realizar una lista de las capacidades funcionales de cada
usuario nos va a permitir aplicar el principio de especificidad. Y, por
supuesto, el principio de individualización, tal vez el más relevante, que nos
permite detectar las zonas de transición entre fatiga, reposo y actividad, que
nos permita calcular la dosis óptima para cada persona, para cada momento, y
para cada función específica.
Si representamos el esfuerzo realizado en un ejercicio terapéutico en
fisioterapia encontramos 3 zonas diferenciadas: alta, moderada y baja.
Nos fijamos en dos dimensiones, tiempo e intensidad descrita en
porcentaje de los indicadores más frecuentes en clínica de fisioterapia, como
pueden ser la percepción subjetiva de esfuerzo, o la frecuencia cardíaca, o el
número de repeticiones .
En cuanto a la intensidad del ejercicio, en AFAV nos vamos a centrar en
un rango comprendido entre dos zonas que se pueden delimitar en la mayoría de
los casos entre el 60 y el 85 por ciento. En la dimensión tiempo, se establece
un punto de transición en unos 30 segundos para diferenciar los esfuerzos muy
explosivos, muy cortos, de los esfuerzos más largos.
En la dimensión intensidad, nos encontramos que todo el trabajo, a una
intensidad inferior al 60-55 por ciento en algunas poblaciones clínicas,
debiera ser recomendable el que fuera facilitado por el soporte social de
amigos, familiares, personal sanitario y también sociosanitario, por tanto, no
estaría tanto dentro del objetivo del ejercicio terapéutico de los
fisioterapeutas.
Por encima del 85 por ciento, algo más en algunos casos nos
encontramos, una recomendación sobre el trabajo de equipos multidisciplinares
donde los médicos, fisioterapeutas, enfermeros, preparadores físicos, entrenadores...,
por medio de pruebas de esfuerzo máximas necesarias, se van a llevar a cabo
normalmente por especialistas de las distintas poblaciones clínicas, ya sea el
cardiólogo, el neumólogo..., trabajando en la prescripción de ejercicios con
todo el equipo, incluido el fisioterapeuta.
Para poder organizar los distintos patrones de movimiento en personas con enfermedades crónicas no modificables o patologías, hay que pensar en ejes funcionales, que permitan compensar aquellas estructuras no modificables en distintos ejes que aglutinen la misma función.
El eje Cérvico-Escápulo-Humeral
alberga toda la columna cervical, la cintura escapular y los miembros
superiores, donde las manos se mueven en el espacio y sobre todo afecta a las
articulaciones de los miembros superiores que se relacionan con el tronco.
El eje Lumbo-Pélvico-Coxal, a diferencia del Cérvico-Escápulo-Humeral
presente en la mayoría de las tareas con el apoyo del pie y de todo el tren
inferior sobre el suelo, y por tanto permite compensar aquellas estructuras que
no podamos modificar ya sean rodilla, cadera o columna.
El eje longitudinal, o la disociación entre las dos cinturas, nos permite tener un control más global de todo el cuerpo.
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