miércoles, 5 de noviembre de 2025

DÍA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CUIDADORAS




En este Día Internacional de las Personas Cuidadoras, quiero empezar
agradeciendo a quienes ejercen esta labor de manera
profesional, sin los cuales no hubiera llegado hasta aquí y, por otro, a quienes
luchan cada jornada por el cuidado de sus familiares: a quienes aparcan su
vida para atenderlos y, lo más importante, para ofrecerles ese amor y ese
cariño que tanto necesitan.

Mis padres tienen 77 años. Hace más de doce años, le diagnosticaron
Alzheimer a mi madre; hace casi nueve, perdió toda autonomía; hace uno, mi
padre se volvió también dependiente.

Cuando esto comenzó, intenté conciliar mi vida con esta nueva realidad, pero
hoy todo ha cambiado. Si hablo de transformaciones en el ámbito familiar,
social, laboral y de salud, supongo que muchos de vosotros os sentiréis
identificados: agotamiento mental, desmotivación, tristeza continua, falta de
energía, irritabilidad, dolencias varias, aislamiento social, absentismo laboral,
abandono de la trayectoria profesional... establecer límites en el cuidado de un
ser querido resulta muy complicado. En medio de esta tormenta —de desgaste
físico y emocional, de asimilar lo irreversible— te encuentras, además, inmerso
en una maraña burocrática.

Por eso quería aprovechar este día para manifestar que necesitamos
mayor respaldo: más centros donde el cuidador no solo sea atendido, sino
también orientado sobre los pasos a seguir. Necesitamos que el respiro familiar
y la atención psicológica dejen de ser excepcionales y se conviertan en
derechos sistemáticos, accesibles, sin listas de espera interminables, con
seguimiento real y sostenido. Porque frente a todo esto, resulta crucial que te
asesoren, te guíen, te enseñen a gestionar la situación, a emplear las
herramientas adecuadas y te ayuden a seguir luchando. Que la conciliación
familiar también sea real.

Un gran amigo me dijo:
“Cuidar es ser faro y náufrago al mismo tiempo: iluminas el camino de quienes
quieres mientras tú mismo te aferras a los restos del barco que una vez fue tu
vida”.
Y es que, efectivamente damos mientras nos vaciamos.

En mi caso, debo agradecer, en nombre de mis padres, tanto a AFA Valdemoro
como al Centro de Referencia Estatal de Alzheimer y otras Demencias, ubicado
en Salamanca. Han sido dos pilares fundamentales. Gracias de corazón por
acompañarme en este viaje, el más duro de mi vida. Consiguieron darme el
impulso necesario para no desmoronarme y, con ello, lo más esencial: seguir
cuidándolos.

En AFA Valdemoro encontré un equipo de grandes profesionales volcados en
cuidar a enfermos y familiares. Por ellos estoy aquí hoy y gracias a ellos sigo
encontrándome apoyada y respaldada cada día.
Durante la estancia temporal de mis padres en el CRE Alzheimer, verlos
cuidados, atendidos, estimulados y como consecuencia, felices, me ayudó a
remontar. Cuidaron y siguen cuidando de mí.

Gracias también a mi marido, por llegar hasta aquí conmigo, por aguantar todo
este largo camino, por cuidarme a mí y también a ellos. A familiares y a esos
amigos que, aunque salí de sus vidas, siguen ahí.

Os deseo a todos los que afrontáis este papel cada día que encontréis la fuerza
suficiente para no rendiros, para seguir ofreciendo ese amor incondicional a
vuestros familiares y que encontréis, como yo, ese apoyo fundamental que os
proporcione la energía necesaria para perseverar.
Muchísimas gracias
Cristina A. C.




 

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