Cuidar de alguien requiere tiempo, energía y, sobre todo, mucho amor.
Es una tarea que nace desde el compromiso y la empatía, pero que a veces puede llevarnos a poner nuestras propias necesidades en un segundo plano.
Cuando nos olvidamos de cuidarnos, el cuerpo y la mente comienzan a enviar señales: el cansancio no se va, las emociones se intensifican y la sensación de estar desbordados se hace presente.
Por eso, queremos compartir algunas de las formas en las que la sobrecarga o el estrés del cuidador pueden manifestarse en el día a día.
Algunas señales de alerta pueden ser:
• Cansancio constante, incluso después de descansar.
• Cambios en el estado de ánimo: tristeza, irritabilidad o ansiedad.
• Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
• Aislamiento social o sensación de soledad.
• Problemas de sueño o alimentación.
Si te sientes identificado con varias de estas señales, es momento de darte permiso para priorizar tu bienestar.
Recuerda: cuidar de ti también es cuidar del otro. 💗

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